Se entiende como grabado al procedimiento de incisión con finalidad expresiva desempeñado a
partir de utensilios resistentes (piedra, hueso, metal) sobre materiales más endebles que los
anteriores, los cuales, son vaciados y raspados premeditadamente hasta lograr la imagen o el
carácter deseado; actividad de marcaje que se ha venido realizando desde que en los seres
racionales se despertó la creatividad, tanto como parte del ritual mágico de las sociedades
tribales del Paleolítico Superior, como por el uso funcional y ornamental que se dará a partir del
Neolítico en la cerámica, después extendido en la Edad de Bronce (armaduras) y el Mundo Antiguo
(joyas). Asimismo, se denomina grabado a la solución final de este proceso artístico, esto es, el
dibujo en sí originado.
Igualmente, se conoce como grabado a la técnica artística de reproducción
múltiple de textos e imágenes en barro, papiro o papel cual secuela del proceso previo antes
mencionado. Recurso ya empleado desde las consideradas primeras civilizaciones (asentadas en
Mesopotamia), y cuya popularización se vio potenciada gracias a la difusión de la estampa tras la
aparición de la imprenta de Johannes Gutenberg en la Alemania siglo XV.
Su desarrollo como técnica artística ha sido imparable con el paso de los siglos
debido a la utilización progresiva de nuevos métodos y materiales aplicados, desde los primarios
como la piedra y la madera (luego el metal), hasta los procesos más modernos vinculados a los
productos químicos.
En el procedimiento del grabado como recurso de multiplicación de imágenes se
emplean diferentes elementos. Al soporte originario se le denomina matriz, normalmente de madera o
metales como el cobre, en el que directamente la mano del hacedor o los disolventes entran en
acción hasta alcanzar la imagen prediseñada, la cual, servirá como modelo de impresión. Ésta se
puede obtener de dos formas, bien dibujando el contorno mediante el vaciado de la base (a hueco), o
bien delimitando la silueta a través de su relieve. Estas marcas, las retranqueadas y las
salientes, portan el título de huella. Se habla de mordida cuando la perforación corre a cargo de
ácidos (el mordiente) sobre el metal, recomendándose la pulcritud del cobre en detrimento del zinc
o el latón, pues estos son más propensos a la aparición de impurezas.
En la plancha matriz es donde se vierte la tinta, rellenando con ésta las
perforaciones, o empapando las áreas resaltadas a partir de rodillos (dependiendo del resultado que
se quiera obtener). Sobre la matriz se coloca el material a impregnar, ya sea papel o tejido,
presionado de manera manual o mecánica (prensas), teniendo como resultado la estampa.
Dentro del grabado existen tantas
técnicas
como materiales y modos de empleo. Para una mejor clasificación se diferencia entre el grabado en
relieve, tales como la
xilografía
(sobre madera); y el grabado a hueco, en donde se bifurcan las técnicas de «ataque directo»,
llevadas a cabo mediante artilugios punzantes (a buril),
y las técnicas de «ataque indirecto», consiguiendo el efecto final con el recurso de los líquidos
procesados como el barniz, los tintes mezclados, o los ácidos.
Con respecto a las
herramientas,
las más comunes son el buril, las puntas, las ruletas, los graneadores, las gubias, los escoplos y
los rascadores, además de útiles para pulimentar las superficies trabajadas como los bruñidores y
el papel de lija. Son necesarias las cubetas para el sumergimiento de las planchas en líquidos
abrasivos, siendo sustituidas las antiguamente fabricadas en porcelana por las realizadas a partir
de plásticos compactos capaces de soportar los agentes corrosivos de las soluciones químicas. Para
la preparación de la plancha son frecuentes los barnices y las resinas, aparte de ingredientes más
rutinarios como la sal y el vinagre.
El grabado es conocido tanto en oriente como en occidente, y su
perfeccionamiento ha ido al ritmo de la Historia. Eclosionó en la Europa del Renacimiento, pues se
vio beneficiado por la estampación mecánica. Será en el siglo XIX cuando alcance el valor artístico
que hoy se le sigue otorgando, convirtiéndose en objeto de deseo de los coleccionistas
y los amantes del arte a una escala masiva, ya que su adquisición es de mucho menor coste que, por
ejemplo, una pintura al óleo. Pese a que en edades pasadas el
grabado
estaba considerado como un arte de menor rango (una artesanía), hoy son vistos como obras únicas,
pues es obvio que la tinta y la matriz actúan de un modo diferente cada vez que se da vida a una
nueva estampa de la misma serie. Para su distribución, son marcadas con un número acorde al puesto
que ocuparon durante su producción, siendo las de origen primigenio las que alcanzan un valor más
elevado dentro del mercado del arte.
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